Dilatas mis pupilas con lejana mirada
y entre el abismal silencio del espacio te busco.
Se eterniza latitud distante y cae gota tas gota sobre una copa vacía.
Tus lánguidos cabellos me llenan de tu lascividad; envilecido
absorbo tu tacto,
recorro el tibio dulce de tu voz.
La luna nos contempla por la ventana, tu mano se acerca a la mía, viajan juntas por la ruborizada tersura de tu mejilla.
Me voy perdiendo entre tus labios consumibles, ráfagas rojizas de sabia compartida.
Y de la mirada nace el nuevo aliento, roba por segundos secretos que miento.
Tu rodilla me murmura, me llama… al preámbulo del deseo
sumergido en el néctar de tus manos.
Mil estrellas nos observan
en ambrosía contenida en nuestros cuerpos; palabras sudan buque de vino que regalo a tu oído.
Convenceré a la noche para ser guiada por la sangre que te anhela, te busca…
Aliada cómplice en las letras de nuestros cuerpos.
Leo lentamente los atajos para acariciar tu piel, detengo mi andar en obscuros astros, incitantes constelaciones que despiertan mi sed.
Vuelcan cuatro muros fantasías en realidades, extremidades estrechan la delgadez de tu ombligo.
Uñas erizan mis ideas…mágicos rasguños, cavan intersticios en el destino, con pudores expulsados en tu piel de algodón.
Payo 2007