en licores de ajenjo,
dibujan en mi habitación
enmascarada figura
de onírico dragón.
Corre detrás de la ventana
agita la estela de sus llamas,
se no quiere perderse.
entre sabanas de letras.
Guarecido vocifera, se mantiene
entre vapores de de azúcar y ajenjo
y la profunda blancura
de mis libros.
Tierno hasta sus escamas
lleva mis manos perladas;
sobre la la penumbra de las cortinas
Espejos caídos, plafones rotos
rodean el místico despertar....
de ladrillos descubiertos
de mi cama sin cobijas.